...y es que me siento así de insignificante frente al mundo que me rodea. Pero no al mundo cotidiano que todos conocemos, donde la rutina nos engaña muy hábilmente haciéndonos creer que eso es la vida y en la que muchos, por cierto, nos dejamos engañar. Me refiero al otro mundo, al que me abrió las puertas recientemente, al mundo literario. Un lugar al que llegue de casualidad y del que tengo muchísimo que aprender.
Yo soy ese niño, el de la foto, el que mira hacia su futuro en un lugar que desconoce y en el que quiera hacerse un pequeño hueco. Por muy duro que sea. Y es que quiero darme a conocer como escritor.
Quiero dejar claro, que nunca se me ocurriría pensar que pueda llegar a hacerme un “escritor” reconocido. Eso se lo dejo a quien realmente tiene talento para ello. Pero sí que me gustaría que mi libro llegara a mas gente. Gente que pudiera tener la oportunidad de odiarlo o amarlo después de haberlo leído. Gente que disfrute pasando las páginas del libro, mantenerlo frente a él o ella bajo la analítica mirada de la que solo el lector puede hacer gala. Quiero que mi libro sea criticado para ver donde puedo y debo mejorar. Para sacarle más partido a mi imaginación y creatividad.
Por eso, después de haber mandado un par de correos electrónicos al ayuntamiento de mi ciudad pidiendo información para poder participar en algún evento literario o feria de libro donde presentarlo y no obtener respuesta, ayer decidí enviar un correo electrónico a una de las librerías mas conocidas aquí, en Castellón. Si de ella no obtengo respuesta, probaré con otra, y con otra, hasta que se acabe el listado. Porque realmente no tengo ni idea donde acudir para que me orienten al respecto.
Así que, como podréis haber adivinado, el niño de la foto quiere llegar a las casas que hay detrás de todas esas ventanitas que rebosan vida tras ellas, donde a buen seguro, algún ejemplar de mi libro sería bien recibido. Y ese niño que veis, está decidido a saltar ese muro que se lo impide. No sabe como lo hará o cuanto le costara hacerlo, pero estad seguros que antes o después, el niño, saltará. O al menós, esa, a dia de hoy, es su intención.
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